Esta caja de madera anteriormente había sido un envase para una botella de vino, el dueño de una licorería, (amigo mio) suele juntarse con muchas cajas de diferentes tamaños, que algunos clientes desechan, de vez en cuando rescato alguna que el nos suele guardar, a personas inquietas como la que escribe. Buscando por casa, encontré unas cuentas de plástico, cuentas para pulseras, mosaicos y pequeños cristales, en definitiva sobrantes de otros trabajos manuales realizadas con niños.
Sin tener claro el motivo a diseñar, sin tomar medidas, ni previos bocetos de dibujos, fui pegando con cola blanca para madera cada pieza, empezando por los encuadres de la tapa y los laterales. Después fui rellenando con las piezas más pequeñas hasta cubrir toda la superficie que quedaba vacía. Por la zona de las bisagras es preferible no poner nada ya que el volumen entre ambas caras, haría difícil e incomoda su apertura.
El resultado fue bastante desigualado pero con encanto. Una vez acabada la labor fue un regalo muy bien acogido.
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